13 de enero de 2014

-La gente te dice que lo olvidarás -afirmó de pronto, y el sonido de su voz me sobresaltó-. Que te acostumbrarás, que es mejor seguir adelante. No se dan cuenta de que no puedes. De que ya no eres la misma persona.

Las lágrimas afloraron de nuevo a mis ojos, y miré su silueta borrosa a través de ellas. No era lo que esperaba que dijera.(...)

-No dejes que te digan que estarás bien -continuó mientras me miraba con urgencia. Sus ojos marrones reflejaron la luz del sol y pude ver lo profundos que eran antes de que el flequillo le cayera encima.(...)-. Enfádate, Katie Greene. No la olvides. Porque siempre habrá un vacío en tu corazón. No tienes que llenarlo.

Satisfecho con su discurso motivador, me dedicó una pequeña sonrisa y volvió a concentrarse en el dibujo. El viento arrastró los pétalos de los cerezos y los ciruelos, que se mecieron a la deriva ante mis ojos.

(...)Nadie me había dicho que no tenía por qué sentirme mejor. Nadie me había permitido sentirme vacía y diferente.


Fragmento del libro Tinta de Amanda Sun

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