31 de marzo de 2011


Mi corazón se aceleraba cada vez más, la siguiente era mi parada. Mientras subía las escaleras me temblaban las piernas y me sudaban las manos, no sabía que decirte ni como saludarte.

Abrí la puerta, salí a la calle y allí estabas tu con tus vaqueros gastados, tus botas marrones y tu camisa a cuadros. Sonreíste, te acercaste, me abrazaste y me diste dos besos, yo ilusionada solo pude decirte un tímido hola.

Tras unas risas intensas y mucho andar, nos sentamos en un banco y comenzamos a hablar. La conversación iba bien hasta que pronunciaste aquellas palabras, "eres como una hermanita pequeña", mientras sonreías y me acariciabas la cabeza. Al oírlas mi corazón se empezó a ahogar y sin querer unas pequeñas lágrimas brotaron de mis ojos. En ese mismo instante desee que todo fuera un sueño y que en realidad aquellas palabras fuesen..."te quiero".

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