24 de junio de 2010

El banco de los recuerdos



Rondaban los años 50 y las guerras eran el principal tema de conversación. Todas las mujeres temían por la vida de sus maridos y sus hijos. En mi familia todos los hombres habían partido hacía el frente y ahora le tocaba el turno mi padre. Una mañana recibió una carta del ejército en la que le obligaban a ir a la guerra en dos semanas. El día de su partida, mi madre me dejó en casa y le acompañó hasta el barco. Ya no sabíamos si le volveríamos a ver.

Pasaron los días, las semanas, los meses y seguíamos sin tener noticias de él, nos imaginábamos lo peor hasta que llegó el día de mi cumpleaños y recibimos un paquete a mi nombre. En él venía una carta y un regalo. Nos contaba todo lo que le había pasado y por qué no nos había escrito antes. En el regalo había pegada una felicitación que decía: "Muchas felicidades, mi pequeña princesa". Abrí rápidamente la caja y saqué un pequeño banco de madera de colores, supuse que lo había hecho él. 

Pasaron los años y yo me convertí en una gran princesa, la guerra ya había acabado y mi padre se había quedado en la memoria de todo el pueblo como un héroe de guerra.

Tras independizarme me trasladé a Francia donde comencé mi álbum de recuerdos; pero no un álbum normal, pretendía recorrer todo el mundo y en cada ciudad le sacaría una foto a mi banco con algún monumento característico. Teniendo así el recuerdo de mi padre y el de la cuidad en cuestión.

Comencé por París y su Torre Eiffel, luego seguí por Alemania, Noruega, Dinamarca, Inglaterra, La India, etc. Me recorrí el mundo entero con mi banco multicolor hasta que decidí volver a mis raíces, a Estados Unidos. Mi pueblo había cambiado, era un poco más moderno. Mi madre se alegró mucho al verme, aún seguía viviendo en aquella casa tan inmensa pero ahora con más gente en ella. Mi hermano se había casado y tenía dos niñas preciosas. Se respiraba mucha alegría en esa casa no como aquel día nefasto en el que recibimos la carta de defunción.


Mientras recodábamos viejos momentos tomando café, mamá recordó que tras la muerte de papá recibieron una carta que se había quedado olvidada en la oficina de correos. En ella había una foto de mi padre con mi banco y tenía una dedicatoria en el reverso: 



"Nunca quiero que olvides el significado de este banco, tu y yo. Siempre que quieras verme cierra los ojos e imagina que estamos sentados en el banco que está en frente del parque, seguro que cuando los cierres tú, yo también lo estaré haciendo. Así podremos vernos cuando quieras. te quiero mucho, mi pequeña princesa."

En ese momento decidí que esa foto sería la portada de mi álbum de recuerdos y aquella misma noche me la pasé sentada en el banco del parque con los ojos cerrados.

1 comentario:

  1. una lágrima calló en la arena...
    en la arena calló una lágrima...

    <3 increible texto hamster!

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